Si queremos estudiar sobre y luego hablar
de la Catedral de León, la Pulchra
Leonina que nos la llaman
algunos escritores amigos de florituras latinas, tenemos dos soluciones: bien
meternos sin respirar en informadísimos libracos o en enrevesadas páginas de la
red, bien leernos el entretenidísimo y, no obstante, bien informado libro de
José Luis Corral titulado El número de
Dios. Cualquiera de los dos caminos nos valen aunque les aseguro que uno de
ellos es mucho más agradable para las neuronas que el otro.
Como sea, descubriremos cómo la
Catedral está construída sobre las antiguas termas romanas de la Legio VII
Gémina, la legión que primero estableció su campamento en el lugar y que luego
se fue transformando en ciudad fortificada que controlaba las siempre rebeldes
tribus astures y cántabras, además de ser la cabecera de la Vía de la Plata,
esencial para la economía minera de Hispania. Por cierto que muchos
historiadores, nunca amigos de milagros ni intervenciones celestiales, opinan
que fue esa Legio VII la iniciadora de la cristianización de las gentes
hispanas y no Santos de la categoría de Santiago o San Pablo. Cuando la legión
se trasladó de tierras del norte de África a su asentamiento definitivo al pie
de la cordillera Cantábrica ya venían sus soldados convertidos a la nueva
religión cristiana, tan similar a la de Mitra que era mayoritaria entre los militares
romanos.
También aprenderemos que antes de la
actual catedral gótica del siglo XIII existieron otras dos. En primer lugar hizo
la función el propio palacio del Rey Ordoño II, el re-fundador de la ciudad
cuando la monarquía asturiana bajó de las altas montañas las tierras de la
cuenca del Duero. Ordoño entregó su palacio a la Iglesia como agradecimiento de
una gran victoria en San Esteban de Gormaz y fue sacralizado. Sus vicisitudes
pasó cuando Almanzor arrasó la ciudad. Posteriormente, sobre el mismo solar se
construyó una catedral románica que por algo León era etapa fundamental del
Camino de Santiago Francés. Finalmente don Manrique de Lara, elegido obispo de
León en 1181 –un trueno que en sus enfrentamientos con el Papa de Roma se ganó
el interdicto de éste para el Reino de León durante un corto periodo- inició la
cimentación del nuevo templo gótico, aunque hay discusión entre los
historiadores del arte sobre este hecho. Gómez Moreno, por ejemplo, afirma que
la construcción del templo no comenzó hasta la elección como obispo de don
Martín Fernández (1254) notario que fue del rey Alfonso X el Sabio.
En lo que sí que acuerdo es en que el
primer maestro cantero, arquitecto diríamos hoy, que dirigió la obra fue
Enrique. La obra de Corral novela precisamente la vida de este personaje. De
origen indudablemente francés, se trajo bajo el brazo los planos de Chartres y,
fundamentalmente, de la Catedral de Reims, para aplicar sus conocimientos en
nuestro solar patrio. Primero trabajó en la catedral de Burgos a las órdenes
del obispo Mauricio, auténtico impulsor de la obra, y posteriormente pasó también a León.
Suyo es
el planteamiento del edificio siguiendo las pautas de la antedicha catedral de
Reims. Es por ello que la catedral de León es la más francesa de las catedrales
góticas españolas. Fue Enrique el que se atrevió a quitar paramentos pétreos y
sustituirlos por espectaculares vidrieras al estilo de la Sainte Chapelle
parisina.
Planta de la Catedral de León |
Fue él quien planteó una altura hasta entonces desconocida para las
bóvedas sostenidas por airosos y finísimos arbotantes. Enrique fue quien, en
definitiva, imaginó ese espacio mágico, más cercano a lo celestial que a lo
terrenal, que conforma la catedral legionense,
dedicada, por cierto, a Santa María de Regla.
Cuando murió Enrique, le sustituyó,
tanto en Burgos como en León, Juan Pérez “maestre de la obra de Santa María de
Regla” según reza su testamento. Éste maestro sí era nativo de tierras
hispanas, pero siguió con fidelidad los planos de Enrique. En 1303 se da ya por
terminada la construcción. Es esa brevedad relativa de tiempo en que se
construyó, cincuenta años escasos, la que le da esa uniformidad arquitectónica
del pleno gótico, excepcional entre las iglesias españolas.
Pero precisamente esa ligereza y
airosidad de la que decíamos que imaginó
el Maesto Enrique, ha sido el talón de Aquiles de la fábrica del edificio. Al
estar construido sobre unas antiguas termas, con sus corrientes de agua, sus
huecos hipocaustos y sus inestables ruinas, los cimientos de la Catedral de
León llevan siglos dando graves problemas. Ya en su construcción fueron problemáticas
las humedades en la cimentación. Además, la piedra con que se hizo es una
caliza de baja calidad y todo ello sumado hace que a partir del siglo XV no ha transcurrido
una centuria en que no haya habido que intervenir para impedir el derrumbe del
edificio. Hoy mismo, si van a visitarla, encontrarán algunas de sus partes
cubiertas de andamios por la restauración de sus vidrieras y fachadas.
Y a propósito, sería un pecado no
hablar de las vidrieras. Pero creo que merecen un capítulo aparte que me
gustaría escribir en breve. Hoy simplemente termino invitándoles a un paseo
fotográfico por la noche leonesa. Si ellos, los constructores de la catedral,
pudieron disfrutar de la obra en el esplendor de la obra recién terminada, nosotros
podemos hacerlo en la gloria de la iluminación nocturna que resalta sus
purísimas líneas contra la oscuridad del cielo. Les dejo el siguiente enlace
por si las fotos que he incluído en la entrada les han sabido a poco.
¡Ah! Y el número de Dios es la raíz
cuadrada de 3, en el que se basan todas las proporciones de las catedrales de
Reims y de León. Curioso ¿no?
Fotos tomadas por el autor, excepto la de la planta que ha sido bajada de Internet. Recomiendo verlas en grande "pinchando" en la imagen que nos interese.
4 comentarios:
Señor García-Parra, vuelvo a felicitarle por esta bellísima entrada. El texto es buenísimo, las fotografías son la "releche". Sabe que no es ofensa, pues es expresión que se suele utilizar por nuestra tierra como equivalente a: "el no va mas".
Un saludo desde Málaga, por cierto, esta mañana he desayunado buñuelos en el bar La Viuda de su pueblo.
Gracias Ginés. Perdón por el retraso en contestarte pero andaba de viaje por el norte de Almería viendo Indalos, castillos saqueados y otras maravillas. Por cierto, los buñuelos de los que hablas sí son la "releche". Deberían ser nombrados Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. Saludos.
Muy bueno
Qué bonita es la catedral del León! Y por la noche merece mucho la pena. La ciudad de León me ha dejado impactada y el barrio húmedo está súper animado. Todo el día andando por la ciudad...ha sido precioso. Pero la catedral, en concreto, no se le da la relevancia que tiene. He leído, además, en este post que tiene una vidrieras reconocidas a nivel europeo: http://www.hotelrurallabolera.es/visitar-leon-disfrutar-barrio-humedo/ Y eso no se dice mucho.
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