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11 de septiembre de 2012

ENTRAR AL PARAÍSO POR LA PUERTA FALSA



Fue nada menos que Michelangelo Buonarroti quien comentó: “Es tan bella que tendría que estar colocada en la puerta del Paraíso”. Así nos lo cuenta el Vasari en una anécdota bien conocida. Se refería Miguel Ángel a la puerta principal del baptisterio de la catedral de Florencia que desde entonces se conoce como La Puerta del Paraíso.

Fue construída por Lorenzo Ghiberti a quien consideramos el padre de la escultura del Quattrocento  italiano, o dicho de otra manera, el progenitor del gran Renacimiento en lo que a escultura se refiere. 
(En la imagen, autorretrato de Ghiberti.)


Y no le fue fácil, no, que la Signoría florentina no le adjudicó la magna obra – 5,20 m. de altura, 3,10 de largo, 11 cm de espesor, 8 toneladas de peso y diez paneles de relieves esculpidos en bronce- a dedo de amiguete, sino que tuvo que ganar un concurso en el que su principal oponente fue nada menos que Brunelleschi, el constructor del Duomo o gran cúpula de Santa María dei Fiore, la catedral de Florencia. Tenían ambos que esculpir un relieve del sacrificio de Abraham en un marco dado con un número de figuras determinadas.

No creo que fuese sencillo pertenecer al jurado que juzgó ambas obras. Hay que hilar muy fino para darse cuenta que por culpa del ángel y de la mula del profeta, portadora de los aparejos para el infanticidio (sacrificio a los ojos de Jehová), al arquitecto se le quedó un personaje fuera de cuadro mientras que Ghiberti solucionó el problema con dos escorzos absolutamente geniales, especialmente el del angelote. De esa manera obtuvo el encargo don Lorenzo, que lo terminó en el año 1452.

Izquierda, panel de Brunelleschi. Derecha, el de Ghiberti.
Composición realizada con fotos de Internet.

Mucho ha llovido desde entonces, en el sentido más literal de la palabra. En 1966 una gravísima inundación que sufrió Florencia cuando el Arno se salió de madre (y de toda su familia) se llevó por delante seis de los diez paneles dañándolos seriamente. Ya antes, durante la II Guerra Mundial, hubo que desmontar la puerta y quitarla de en medio bien protegida, no sé si por la rapacidad de los alemanes o por el salvajismo de los yanquis bien demostrado en lo que hicieron con Montecassino.

El caso es que en 1.985 se inició su restauración y en 1.999 se colocó en el Baptisterio una réplica de la original. La misma que maravillado, cercano al síndrome de Sthendal ante la belleza de esos paneles restallando en luz por la genialidad del autor y el sol poniente toscano, me inflé a fotografiar sin saber que era una réplica, magnífica, pero réplica. Una puerta falsa del Paraíso, vaya.

Eso me ocurrió hace varios años y no ha sido hasta hoy que me he enterado que la original acaba de terminar de ser restaurada -27 años ha durado la delicada operación- y ha sido expuesta al público en el museo dell’Ópera del Duomo, perfectamente protegida de la humedad y del resto de agentes destructivos. Bueno, de los alemanes, yanquis y demás humanos no se sabe. (Foto de El País.com)

No hagan sangre con mi ignorancia, por favor. Ahora mismo volvería a Florencia para volver a entrar al Paraíso aunque fuese por la puerta falsa.

Fotos realizadas por el autor salvo en las que se indica otra fuente.

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