Con motivo del bicentenario de la Constitución de 1.812 estamos viendo en los medios, escaparates de las librerías y revistas de historia gran cantidad de trabajos y escritos recordando el sitio que sufrió Cádiz por las tropas napoleónicas por aquellas fechas. Sitio que fue largo y duro “con las bombas que tiran los fanfarrones”, que si no llega a ser por la armada inglesa que evitó el bloqueo por mar quizás muy otra hubiera sido nuestra historia constitucional.
Pero Cádiz tiene más de tres mil años de historia y los franceses fueron los penúltimos “fanfarrones”, pero hubo más, muchos más. Para empezar los propios dioses, que es de recordar que Poseidón golpeó el fondo atlántico con su tridente en 1.755 llevándose por delante Lisboa en el terremoto consiguiente y produciendo un maremoto cuyas olas estuvieron a pique de arrasar Cádiz y su Bahía. En el siglo XX, concretamente en 1.947, la explosión de un polvorín de la Armada -otro día hablaremos de ello en profundidad- arrasó varios barrios de Cádiz. En este caso los “fanfarrones” fueron las autoridades franquistas y los medios de prensa que callaron el hecho al resto del país. Y los ingleses; sí, los mismos que fueron los buenos en la Guerra de la Independencia, atacaron Cádiz en dos ocasiones. Una, Sir Frances Drake (o el pirata Drake, depende desde qué orilla escribamos) que atacó a la Armada española fondeada den la Bahía sin previa declaración de guerra. Año del Señor, 1.578. Dos, y más grave, en 1.596 cuando la Armada inglesa de su más o menos graciosa majestad (otra vez la gracia depende de la orilla) no sólo destruyó la flota española sino que desembarcó, saqueó e incendió nuestra martirizada ciudad. Como vemos, demasiados “fanfarrones” para tan pequeño rincón.
Pero nos podemos remontar mucho más en el tiempo. En las excavaciones realizadas en el solar del antiguo Teatro Cómico de Cádiz apareció el esqueleto (año 2.008) de un chaval joven junto al los restos de un muro fenicio con huellas de haber sufrido un incendio. El paelopatólogo (un a modo de CSI de restos antiguos) M. Calero, tras estudiar los restos humanos con una tecnología de nombre impronunciable e inescribible, algo asó como tomografía axial computerizada, nos cuenta que el joven murió en un asalto a la ciudad que podemos fechar en el siglo VI antes de Cristo. ¡! Ahí es ná !!
Nos cuentan los historiadores Justino y Macrobio, que escribieron en el siglo III y IV d. de C., que en aquella lejana fecha de hace casi dos mil setecientos años, el rey Therón de Tartessos atacó a los fenicios gaditanos, aliado con quienes eran enemigos declarados de los mismos, los griegos. El motivo está claro: el control del comercio del Mediterráneo occidental y sus principales riquezas, el cobre y el estaño para la fabricación del bronce. Incluso parece ser que en este asalto a Cádiz se utilizó por primera vez el ariete y cierto “fuego mágico” en el enfrentamiento entre ambas flotas. Al menos así nos lo relata el arquitecto romano Vitrubio.
Así que el esqueleto del muchacho del Teatro Cómico puede ser una víctima de dicha guerra en la que no sabemos muy bien quiénes fueron los “fanfarrones”: los fenicios eran los colonizadores, los Tartessios eran los residentes pero a su vez atacantes y los griegos que es de suponer que dirían aquello de que el objeto del ataque era proteger la democracia. Pocas salvajadas hay nuevas bajo el capote de la Historia.
Fotos: imagen y reproducción de barcos fenicios. Fuente, Internet.
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