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20 de mayo de 2012

LA ERMITA DE CASTRONUÑO


Para qué voy a mentir. Jamás en la vida había oído hablar de un pueblecito que se llama Castronuño hasta que hace unos días se refirió a él la amabilísima empleada de la Oficina de Turismo de Alaejos describiéndome las bellezas de una pequeña iglesia que podía encontrar en el lugar.

Para situarnos en el mapa, diré que Castronuño es una localidad de la provincia de Valladolid que se encuentra entre Toro y Tordesillas. Situado en lo alto de un alcor, domina un precioso meandro del río Duero. Es precisamente esa situación el origen de su existencia puesto que nació como enclave militar para la defensa del río. Su fundador fue un tal Nuño Pérez que le dio el nombre.

Estamos hablando de finales del siglo XII y principios del XIII, cuando los caballeros de la Orden de San Juan de Jerusalén se hicieron cargo de la construcción y defensa de una fortaleza que ya no existe y de una iglesia, que afortunadamente está ahí, que se conoció como Ermita del Santo Cristo y que hoy se llama Santa María del Castillo.

Es una preciosidad. Se trata de un edificio tardorrománico, construido íntegramente con sillares de piedra, algo original en tierras del ladrillo mozárabe, perfectamente restaurada y conservada. Algún añadido del siglo XVIII tiene, como la espadaña, pero que no afea en nada su silueta.

Para gozo del visitante toda la iglesia se encuentra casi absolutamente exenta de edificios a su alrededor por el hecho de estar rodeada de subterráneas bodegas de vino (ay! esa Ribera del Duero…) lo que nos permite disfrutar tanto del monumento en sí como del magnífico paisaje del río y su meandro rodeado de los verdes trigales de primavera. Todo un lujo estético y anímico. 

Llama la atención en su fachada principal un gran rosetón sobre el pórtico de arco apuntado, que por algún sitio he leído que se puede deber a la influencia de la no lejana catedral de Zamora.

Más me gustó la magnífica portada que se encuentra en la fachada sur de la iglesia. También de arco apuntado que nos anuncia el final del románico y los nuevos aires constructivos del gótico, podemos ver en sus arquivolta las figuras de los ancianos del Apocalipsis, si bien que en bastante mal estado.



Un precioso ábside con ventanas apuntadas rematan el edificio por poniente. Tristemente, del interior no les puedo contar nada. La falta de vocaciones en la clerecía hace que la mayor parte de nuestras iglesias se encuentren cerradas salvo en los contados días de festejos litúrgicos y andar por los pueblos castellanos buscando a alguien que te quiera abrir el templo es una tarea ardua y complicada. Por lecturas sé que el ábside se abre con un magnífico arco triunfal y que en el altar mayor se venera una preciosa talla gótica del siglo XIV que representa a Cristo Crucificado según visión sufriente de Santa Brígida.

Aún así, mereció la pena esa visita a Castronuño, ejemplo típico de esas pequeñas joyas escondidas y desconocidas para una mayoría, que se reparten por esos anchurosos campos leoneses y castellanos. 


Fotos del autor. Para verlas en grande (recomendado) basta con "pinchar" en cualquiera de ellas.

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