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7 de mayo de 2012

LA CAPILLA DEL SALVADOR. ÚBEDA


Con permiso de los partidarios de la catastrófica visión de un mondo cane o de que esto es un valle de lágrimas en el que estamos para sufrir en espera de una mejor vida, existen pequeños placeres que te hacen pensar que, como decía un viejo amigo, para vivir así más vale no morirse nunca.

Como tántas veces ya he comentado en estas páginas uno de esos placeres son los pequeños viajes a tierras vecinas, con los ojos abiertos y aceptando lo que se te ofrezca. Así, nunca olvidaré un paseo por la Plaza de Vázquez de Molina de Úbeda, en un atardecer en el que la paleta de colores de atardecer de La Loma jienense resaltaba las viejas piedras de El salvador con matices de naturaleza viva.

La Sacra Capilla del Salvador del Mundo –ese es su nombre completo- es un templo mandado construir por el plenipotenciario secretario del emperador Carlos V, don Francisco de los Cobos, como panteón para él y para su familia. Corre el año del Señor de 1.536

No paró en gastos el buen hombre. Encargó su capilla a los mejores arquitectos del momento. El proyecto inicial se encargó a Diego de Siloé y la realización corrió a cargo de Andrés deVandelvira a partir de 1.540; en sus manos se convierte en uno de los monumentos más bellos del Renacimiento español.

La obra respira clasicismo por todas sus piedras; desde las medidas pitagóricas que le dio Siloé, hasta el arco de triunfo romano que compone su fachada, pasando por toda la decoración basada en la figura humana. Atlantes, cariátides y todo tipo de figuras mitológicas decoran su muro recreando el mundo de Vandelvira aunque la realización estuvo en manos de Esteban Jamete, escultor de Orleans muy influenciado por lo que se estaba haciendo allende de nuestras fronteras. Aún así, el motivo central de la fachada principal es la Tranfiguración en el monte Tabor que una cosa es el renacer del clasicismo y muy otra que estamos ante una capilla católica en tiempos revueltos para la religión.


En su interior, que responde al esquema de panteón que le dio en los planos Siloé, la decoración –restaurada tras su destrucción durante la Guerra Civil- es esplendorosa. 

Los juegos que la luz hace entre las policromías y dorados del altar mayor son dignos de la genialidad de las mejores puestas en escenas que tan bien dominan los representantes de los poderes celestiales. 

Para mí personalmente, destaca la imponente reja que separa la rotonda nobiliaria de la nave popular, obra de Francisco Villalpando.

Y el entorno. Quizás el Salvador no impresionase de tal manera si no fuese por estar rodeado de palacios o de otras magnífica construcciones como la Iglesia de Santa María que ha hecho que no en balde, todo el conjunto, junto con el restos de la ciudad, fuese declarado Patrimonio de la Humanidad.


Fotos del autor. Para verlas en grande (recomendado) "pinchar" en cualquiera de ellas.

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