Select a language

7 de diciembre de 2011

MODERNOS ESTOS ANTUGUOS



Situémonos en el siglo I antes de Cristo. Lugar, Roma. Situación política y económica, desastrosa. Una terrible crisis social estremece los pilares del estado. La acumulación de riquezas en manos de unos pocos deja a la mayoría de la población al borde de la pobreza e impotente al gobierno para hacer frente a la situación. ¿Qué ha ocurrido?

La crisis viene de largo. Durante el siglo II a. de C. Roma, tras aniquilar a su competidora Cartago, ha conquistado todo el Mediterráneo occidental, Grecia y extiende su influencia hacia oriente. Las inmensas riquezas provenientes de los saqueos -derechos de conquista lo suelen llamar los vencedores- está provocando una fuerte inflación con la consiguiente subida de precios de los productos básicos. Las clases senatorial y ecuestre se hacen con enormes propiedades de tierras que hunden la posible competencia de los pequeños y medianos agricultores que se ven obligados a malvender sus tierras. La importación masiva de mano de obra esclava destroza las estructuras laborales  tanto en el campo como en la artesanía o en los servicios; nadie paga asalariados pudiendo tener mano de obra gratuíta. La ciudad de Roma se ve desbordado por masas de gente sin trabajo ni esperanza de tenerlo.

Algunos próceres políticos intentan poner coto a la situación pero fracasan. Los hermanos Graco, tribunos, son asesinados por pretender realizar un reparto de tierras a costa de los ricos y del Estado. La sangrienta dictadura de Sila impide cualquier reforma social.

Así entramos en el siglo I a. de C. La República romana ha pasado de ser una democracia a una plutocracia en que el poder político está en manos de salvajes especuladores como Craso. La plebe malvive del trigo y aceite  gratuítos que de vez en cuando se reparte, de la venta de sus votos y de milagro. Las clases poderosas, para seguir siéndolo aún más, saquean al estado. Consiguen los puestos públicos a base de sobornos masivos; son pérdidas que repondrán en cuanto consigan cargos de gobernadores, legados y similares en las provincias conquistadas a base de expoliarlas y remitiendo impuestos mínimos al Estado. El ejemplo clásico de tamaña sinvergonzonería es el de Julio César que hizo lo imposible para conseguir el mando de dos legiones, en principio, para conquistar el territorio de las Galias. Motivo: tenía que cubrir una inmensa deuda adquirida en sobornar a la plebe (y menos plebe) durante sus periodos de edil en Roma. Con el saqueo del territorio conquistado no sólo salió del atolladero sino que acumuló tales riquezas que con ellas pudo costearse la guerra civil que le llevó al poder absoluto del Estado.

Esta es la situación: ruina estatal por la especulación sin trabas de los ricos, falta de trabajo y expectativas en la población que vive y se acostumbra a vivir de las arcas públicas, a su vez agotadas por falta de ingresos suficientes precisamente por la especulación de los poderosos.  En definitiva, quiebra de la estructura social y económica. En este triste paisaje pocas son las voces que se atreven a anunciar o denunciar la posible desaparición de la República. Una de ellas es la Cicerón que en uno de sus habituales discurso-palizas al Senado, con gran clarividencia pone  el dedo en la llaga al decir:

"El presupuesto debe  equilibrarse, el Tesoro debe ser reaprovisionado, la deuda  pública debe ser disminuida, la arrogancia de los funcionarios  públicos debe ser moderada y controlada, y la ayuda a otros  países debe eliminarse para que Roma no vaya a la bancarrota. La  gente debe aprender nuevamente a trabajar, en lugar de vivir a  costa del Estado." 

De esto hace veintidós siglos. Parafraseando a la inefable Mafalda se me ocurre pensar: modernos estos antiguos ¿no?

Foto: Marco Tulio Cicerón

2 comentarios:

Vicente Camarasa dijo...

Interesantísimo artículo

Daniel García-Parra dijo...

Estimado Vicente: he estado ojeando tus blogs y el de Arte me ha encantado. Me he permitido incluírlo en la lista de mis blogs recomendados; espero que no te importe. También mi ha sorprendido tu libro "El Señor del Biombo" que pienso adquirir en cuanto resuelva una asuntillo que tengo con PayPal. Siempre es reconfortante ver la tarea de buenos profesores. Gracias