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5 de diciembre de 2011

ANDRÉS DE VANDELVIRA, ARQUITECTO

 Mis primeras nociones de Historia del Arte me vinieron dadas por aquellos curas norteños (mis “dignos profesores” como rezaba en las orlas de antiguos alumnos) que filtraban todas las disciplinas por el cedazo del nacionalcatolicismo: el Imperio hacia Dios.

Según esto las ideas estaban muy claras en lo que la arquitectura respecta. Románico y Gótico: las iglesias del Camino, la Catedral de Santiago, la de Burgos y León. Ni una referencia a su origen francés. El Barroco: el gran arte nacido en España, por España y para España, premio divino por la creación de un Imperio que llevó el cristianismo a los salvajes de América y luchó contra los herejes protestantes. El Neoclásico: arte extranjero, afrancesado, amanerado y sin valor alguno. Contemporánea: el Valle de los Caídos, obra magna impulsada por el Caudillo.

Falta algo; ¿y el gran Renacimiento? Extranjero; algo que se hacía en Italia. Eso sí, contemporáneo al mismo en España,  Felipe II -nada de Herrera- construía el Monasterio del Escorial, octava maravilla del mundo (sic), dedicada a Dios y a la gran derrota sobre los traidores franceses. Y punto.

Así crecí sin haber oído hablar de los Siloé o de los Machuca,  sin tener ni idea del grandioso Renacimiento de las tierras andaluzas (tierra de moros en la que estaban la Mezquita y la Alhambra. Punto)

Fue en mi antigua Facultad de Filosofía y Letras de la calle Puentezuelas, en Granada, donde escuché por vez primera el nombre de Andrés de Vandelvira. Y he tenido que llegar a la madurez para llegar a conocer  a este arquitecto, quizás el más grande que hemos tenido, que aguanta perfectamente el parangón con muchos de los grandes italianos.

Manchego de nacimiento (Alcaraz, 1509), desarrollará casi toda su vida profesional en Andalucía, fundamentalmente en tierras de Jaén. Fue alumno destacado de Diego de Siloé y quizás amplió estudios en la misma Italia. Digo quizás porque no tenemos constancia de tal viaje, aunque sí un hueco de cuatro años de su vida en los que no se sabe dónde estuvo. El éxito, la fama y la cumbre de su creatividad le vino de la mano de don Francisco de los Cobos quien fuera secretario plenipontenciario del emperador Carlos V. ste hombre puso su empeño en la creación de una ciudad renacentista de corte florentino en Úbeda  extendiendo su influecia a la vecina Baeza, ambas patrimonio de la Humanidad actualmente. El artífice y arquitecto de sus sueños de grandeza fue Andrés de Vandelvira. De los dineros del primero y el genio del segundo surgieron obras como la Sacra Capilla del Salvador y el Hospital de Santiago en Úbeda. O la catedral de Baeza, primitivamente gótica pero que tras el hundimiento de su estructura, es Vandelvira quien la rehace en el nuevo estilo Renacentista respetando parte de las trazas anteriores.

Pero la obra en que Vandelvira roce la perfección será la Catedral de Jaén. Comienza las obras su padre, Pedro de Vandelvira en 1.540 y, a su muerte, las continúa Andrés. Será éste quien realice los planos definitivos de la obra y dirigió personalmente la construcción de la Sacristía, antesacristía, cripta, sala capitular y tres capillas laterales. Todos los arquitectos que le sucedieron hasta la finalización de la catedral respetaron los planos y el concepto constructivo de Vandelvira. Sólo la decoración barroca no se le puede atribuir.

Así surge el gran edifico, milagro de equilibrio y racionalidad. No me extiendo en mis impresiones porque ya las reflejé en un artículo anterior pero no puedo aguantarme las ganas de decir que para mí es la mejor obra del Renacimiento español y una de las que más me gustan del Renacimiento europeo. Y que Vandelvira es nuestro mayor arquitecto, mejorando lo presente.

Mis fotos de la Catedral de Jaén:

Mis fotos de Úbeda

Artículo relacionado: La cúpula de la Catedral de Jaén

Fotos del artículo: placa con la firma de Vandelvira y estatua del mismo en Jaén

2 comentarios:

José Luis Rodríguez dijo...

Conocer en profundidad al maestro Andrés de Vandelvira fue una experiencia inolvidable. Por más que uno imagine, la perfección matemática de sus diseños, el vistuosismo de la labor de cantería y el equilibrio de formas, volúmenes y espacios no deja de asombrar. Ciertamente, la catedral de Jaén tiene la grandiosidad de las obras magnas, aún sin sus dimensiones. Y si hay dudas de su genio, observar la simetría de la Sacristía, que a buen seguro hubieran firmado el maestro Alberti o el mismísimo Miguel Angel.

rosa maria dijo...

te encontré por casualidad recabando información de Vandelvira y quedé maravillada de tus explicaciones. Acabo de hacer un recorrido por el legado de Vandelvira y publicado en mi blog un artículo sobre el mismo. Te invito a que entres en él, y me des tu opinión. rosmcal.blogspot.com

Gracias por tu seguimiento en Google. Tienes unas fotos muy buenas.