Si es que no puede ser. Me voy unos días de vacaciones a mi rincón de villano, escondido en recoleta huerta al pie de magníficas montañas bajo un cielo meridional con olores a Mediterráneo y cuando regreso me encuentro la pantalla del ordenador pegando aullidos de indignación por las noticias que me he perdido.
Primera; S.M. el Rey, aprovechando el aniversario de la proclamación de la II República se marcha de tapadillo a un miserable país del tercer mundo a pegar tiros a los elefantes. Se levanta por la noche –esa próstata que no perdona. Ahí el diseño creacionista no estuvo muy inspirado por no decir que fue una chapuza divina- Se pega una real ostia y se parte la cadera por tres sitios distintos. El parte médico de los proboscidios ni está ni se le espera. Pero vamos a ver; desde que tengo memoria histórica, a mi edad ya tiende a prehistórica, este hombre ha sido un desastre telúrico para sí mismo y para los demás: accidente de armas de niño en el que muere su hermano, leñazo contra una puerta de cristal en una piscina que nos lo deja casi fileteado como una pechuga de esos repugnantes pollos que nos vemos obligados a comprar por el aquel del fin de mes de crisis principiosecular, leñazos varios por distintas pistas de esquí hasta que en una de ellas se parte el pubis por gala en dos… Si mantuviésemos la medieval costumbre de poner motes o alias a los monarcas para facilitar su recuerdo en los mamotretos de Historia, este hombre pasaría como Juan Carlos I el Castañas. Un día tengo que volver a escribirle para aconsejarle que se deje de masacrar especies protegidas como deporte real y se dedique a entretenimientos más apropiados a su edad que pueden consistir desde ir a ver obras municipales de coste menor, a sacarse los mocos mirando al techo sin pensar en nada, actividades mayoritarias de actuales jubilados que, como tienen que seguir manteniendo a la familia que está en paro, han tenido que dejarse incluso de ir a Benidorm con el Imserso para bailar “Los pajaritos”. Además, nos saldría más barato a los contribuyentes.
Segunda: maestros y profesores tienen que dar más horas de clase en aulas sobrecargadas con más niños, con menos medios didácticos a su alcance a cambio, eso sí, de una nómina a la que sí le funciona la dieta de adelgazar. De esa forma se compensan los años de especulación inmobilaria, bancaria y financiera, de derroche público y corrupción universal porque, no lo olvidemos, la culpa la tiene el maestro que me ha cogido manía.
Tercera: los médicos de la Seguridad Social van a tener que volver a ponerse graciosos faldellines de pajas y pintarse las caras de chillonas pinturas a modo de máscara para bailar alrededor de los enfermos con unas maracas machinianas en la mano a ver si así les curan, porque lo que es medicinas y tecnología puntera para combatir la enfermedad van a ver poca con el presupuesto que les van dejando.
Y así podría seguir ad nauseam pero va a tener que ser otro día porque ahora tengo que ponerme a escarbarme la nariz e ir a ver cómo va una zanja que han abierto en mi calle para no sé qué del alcantarillado, que se me ha amontonado el trabajo en esta semana y media de ausencia.
Imagen: viñeta de Ramón publicada en El País del 15/04/2012
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