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23 de febrero de 2011

EL PRADO AL DESNUDO









Ayer estuve dando un paseo por el Museo del Prado. Tenía muchas ganas de ver las nuevas salas que se han abierto para exponer la pintura española del S. XIX. Magníficas. Pero de eso hablaré otro día.

Hoy me quiero centrar en la propia historia del Museo  y de sus colecciones. Sabido es que el proyecto de su creación lo inició Carlos III. En otro lugar ya hablamos de él como de uno de los dos reyes de nuestra historia que no merece pasar una temporadita en alguno de los círculos inferiores del infierno de Dante –infierno puramente intelectual, no vaya a pensar nadie que quiero meter fuego a nada -.
 El proyecto lo realizó Juan de Villanueva ateniéndose al estilo neoclásico que imperaba en la época. ¿Resultado? Pues qué queréis que os diga: a mí no me gusta demasiado.  Se me hace un híbrido entre palacio versallesco y caserón manchego con pretensiones. Pero esa es una personal opinión sobre un edificio esencial del neoclasicismo español.

Continúa la obra el rey Carlos IV. (Ayer vi un cuadro de él y su familia, de no recuerdo qué autor, en el que tenía aún más cara de necio que con la que le retrata Goya. Y su mujer, doña Mª Luisa, aún más fea.). Pero llega la guerra de la Independencia y con ella la destrucción de tántos y tántos edificios-monumentos españoles. El Prado no fue una excepción, casi. Se utilizó como cuartel de caballería por los franceses y su tejado, de planchas de plomo, fue desmontado y fundido para fabricar munición.Al menos no fue volado cuando se retiraron.

Con Fernando VII se retoma la obra y finalmente abre sus puertas como Museo Real de Pinturas. Sus primeros fondos consistían en las obras que los reyes habían ido encargando (y saqueando) a lo largo de los siglos. ¿Todas? No, no todas. Hay una pequeña historia sobre eso y paso a contarla.

Llama la atención la ausencia de desnudos en la pintura del renacimiento y barroco español. Mientras que Miguel Ángel despelota incluso a lo más sagrado en los frescos de una capilla papal o Rubens pinta señoras que no llevan más que los pendientes , de una exuberancia gloriosa (las señoras, no los pendientes), aquí, en España, nada. Vestidos negros, gorgueras y miriñaques es la pauta dominante. Toda norma tiene su excepción y en este caso es “La Venus del espejo”, magnífico cuerpo femenino salido del genio velazqueño, aunque fue una obra de encargo, privada y por si las moscas, el rostro está difuminado. ¿Hay alguna razón para esa ausencia de pelo y alegría en nuestro arte? Pues sí: las cosas no estaban con la Inquisición como para pintar señoras, o señores, retozando en bolas por los Campos Elíseos. También se me ocurre pensar que en países de estructuras machistas y patriarcales, como el nuestro, la belleza del desnudo femenino provocaba auténticas olas de pánico. Bueno, del desnudo y de lo femenino en general. Así que los desnudos del Prado son de paleta extranjera: Tiziano, Rubens y compañía, que, como foráneos, eran más golfos.

Pues me contó un profesor, no lo he podido aún contrastar con otras fuentes, que esos desnudos no se expusieron en los primeros tiempos del Prado porque Fernando VII los tenía encerrados en una sala bajo siete llaves para su exclusivo uso y disfrute en solitario. Imaginaos la cantidad de comentarios jugosos que se podría sacar a esto, pero creo que voy a dejarlo pasar por esta vez. 

 

Fotos: estatua de Velázquez en la fachada principal del Museo del Prado

1 comentario:

Anónimo dijo...

Yo estuve 6 horas en el Prado y se me hicieron cortísimas, si no fuera por las 7 horas de autobús que me dí la noche anterior y porque mi novia se quedaba dormida en cada banco hubiera estado más tiempo jajaja (es lo que tienen los viajes relámpagos de 24 horas para ver el prado, 7h de bus hacia Madrid, Padro, comer algo y otras 7h de bus hasta Cádiz)