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12 de febrero de 2012

UNA GLORIA PENOSA



Si algo hubo que me impresionó hasta el punto de dejarme literalmente boquiabierto en mis lejanos tiempos de estudiante de Historia y Arte fue el Pórtico de la Gloria de la Catedral de Santiago de Compostela.  


A lo largo de mi vida profesional procuré regresar a ese estado de alelamiento primigenio dándome una escapada cada vez que podía por tierras gallegas. El efecto siempre fue el mismo: quedarme al borde de las lágrimas con cara de gilipollas. No sé quién fue el que a semejante obra de arte le puso el nombre por el que todos la conocemos, pero no pudo estar más acertado: si la Gloria tiene un pórtico que nos anuncie qué es lo que nos espera tras nuestro tránsito definitivo, tiene que ser como el que imaginó y construyó el Maestro Mateo como monumental entrada a la tumba del Apóstol (o de quien esté enterrado ahí, que es muy otro tema).



Recordemos. Mateo, con los artistas de su taller u obradoiro, realiza la fachada de la catedral de Santiago por encargo del rey Fernando II de Castilla. Hablamos de la segunda mitad del siglo XII. Para ello tiene que terminar previamente la construcción de las naves del templo todavía inconclusas. La portada la estructura en tres niveles: un nivel terrenal que es la cripta; un nivel celestial que es el Pórtico propiamente dicho, con Cristo en Majestad rodeado de los profetas y todos los símbolos del Apocalipsis. Santiago recibe a los peregrinos en el parteluz del arco central, en una dimensión más humana. Aún existía un tercer nivel supracelestial con un rosetón que remataba la obra a la altura del triforio pero que desapareció con la construcción de la fachada barroca de Casas Novoa. La belleza del conjunto para mí no tiene descripción posible. Para captarla hay que ir, ver, sentir y quedarte con la cara de lelo de la que hablábamos.



Pero eso eran tiempos mejores. He vuelto a Santiago una vez más, creo que con el corazón y la mirada del joven que se asombró ante ese cielo pétreo hace tantos años y me he encontrado ante una incuria y dejadez absolutamente terrenal. Cierto es que sabía por lecturas que el Pórtico estaba en fase de estudio para su restauración y que lleva así mucho tiempo. Tenía hecho el cuerpo a ver el espectáculo de un andamiaje sustentando a un grupo de técnicos rejuveneciendo las viejas imágenes. Bien, si hay que operar se opera. Pero no fue eso lo que vi; fue una estructura de andamios cubiertos con polvorientas telas de malla, con aspecto de abandono. Cables colgando por el mismísimo rostro de Santiago, suciedad y dejadez. Y desde luego ningún técnico de profundos conocimientos y manos maravillosas trabajando. Todo un relato de incultura e incompetencia por parte de las autoridades responsables caso de que cualquier autoridad sea capaz de asumir alguna responsabilidad.


Casi se me volvieron a llenar los ojos de lágrimas pero no por el asombro ante la belleza sin adjetivos, sino por la indignación. En vez de quedarme con cara de alelado, he escrito estas pobres líneas que no tienen más valor que el del desahogo con los amigos. Habrá que esperar que vengan tiempos y gentes mejores para volver a traspasar el Pórtico de la Gloria.

Fotos: estado actual del Pórtico de la Gloria. Realizadas por el autor

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