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23 de enero de 2012

MENTIRAS POLÍTICAS (Y OTRAS)



Me temo que vivimos tiempos de mentiras e intentos de engaño.  Hago la distinción porque una cosa es que nos mientan y muy otra que nos engañen. Echemos una ojeada a nuestro alrededor. De la publicidad, casi ni merece la pena que hablemos: la felicidad en un friegasuelos, la masculinidad en un coche, ser tú mismo en otro coche, alimentos milagrosos que evitan catarros o nos aligeran el vientre de forma que se nos queda cara de gilipuertas, perfumes que consiguen que ellas y/o ellos se quiten la ropa de inmediato en un frenesí de deseo … ¿Sigo? Mentiras.

Más preocupante me resulta lo de nuestros gobernantes que están en la poltrona porque nosotros les pusimos ahí; pero les pusimos ahí por una serie de propuestas de compromiso, de formas de manejar la res publica, de promesas de lo que iban a hace o no hacer: no se subirán los impuestos, lo primero la educación, la sanidad y los jubilados que son sagrados y ni se tocan, creación de de empleo, sabemos qué hacer con la crisis… Me han subido los impuestos muy por encima de la pensión de jubilación, en el instituto de mi hijo no tienen para encender la calefacción todos los días, lo parados de la familia siguen con el paro y sin esperanzas, en algunas comunidades vemos un proceso de privatización de los hospitales y de la crisis no se sabe, no contesta.

Muy en la cuerda de esta situación, leí el otro día una frase de Abraham Lincoln, Presidente de los Estado Unidos endiosado por la historiografía oficial y la opinión pública. Su mayor logro, la abolición de la esclavitud lo que provocó la secesión de los Estados Confederados del Sur y la consiguiente guerra civil. Cierto es que los motivos últimos de la emancipación de los esclavos y de la guerra son un tanto más oscuros. Respondían en gran medida a unos intereses industriales, económicos y de construcción del jovencísimo país que favorecían fundamentalmente a los industrializados estados del Norte frente al Sur agrícola. También hubo claroscuros en cuanto a cómo ejerció poderes casi dictatoriales durante la guerra, posibles casos de corrupción en su familia o una sexualidad que podía chocar con el puritanismo de la época. Todo ello quedó borrado con la victoria final frente a los Confederados y, sobre todo, por su inmediato asesinato (primer presidente asesinado en los USA) que lo elevó a los altares civiles y le abrió las puertas del martirologio como hombre honesto y de bien.

Como casi todo hombre célebre, su biografía está plagada de anécdotas y de frases que, de ser ciertas, muestran y demuestran una inteligencia superior. Una de esas frases fue la que el otro día me hizo reflexionar sobre la maraña de mentiras políticas y no políticas en las que nos encontramos enredados. Dice así:

“Puedes engañar a todo el mundo algún tiempo. Puedes engañar a algunos todo el tiempo. Pero no puedes engañar a todo el mundo todo el tiempo”.

Sirva de aviso a navegantes por los procelosos mares de la política y finanzas nacionales y más allá.


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