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23 de marzo de 2013

ROMA CONTRA CARTAGO; ARQUEOLOGÍA DE UNA BATALLA



Artículo de Alicia Rivera, publicado en El País del 16 de Marzo de 2013
Año 208 aC. Los ejércitos romano y cartaginés, a las órdenes de Escipión el Africano y Asdrúbal Barca (hermano de Aníbal), están a punto de entablar batalla. Asdrúbal domina un cerro estratégico en el que se ha instalado ante la llegada de su enemigo. Las tropas de Escipión, que han acampado a unos cuatro kilómetros, atacan a los cartagineses: primero con la infantería ligera y luego con el grueso de su ejército, desplegando una maniobra de tenaza para rodear al ejército enemigo. Asdrúbal pierde el combate y huye, llevándose, eso sí, el tesoro y los elefantes. “Es la batalla de Baécula, una de las importantes de la Segunda Guerra Púnica, que enfrenta a las dos potencias del momento por el dominio del Mediterráneo, casi una guerra mundial”, apunta el arqueólogo Arturo Ruiz.
Escipión

La historia, los detalles de esta batalla, la cuentan los historiadores romanos Polibio y Tito Livio. Pero, ¿dónde se libró exactamente? ¿Qué cerro era ese en el que se defendió Asdrúbal y atacó Escipión? ¿Por dónde avanzó uno y huyó el otro? Un equipo de arqueólogos de la Universidad de Jaén afirma haber descubierto el lugar del combate y encontrado el rastro de las tropas en sus movimientos sobre el terreno. Los investigadores están leyendo los vestigios directos para entender qué pasó. Lanzas, puntas de flecha y de jabalina, tachuelas de las sandalias, proyectiles de los honderos baleares que lucharon en las filas cartaginesas, broches de los ropajes, espuelas… incluso piquetas de las tiendas de acampada o los agujeros donde clavaron los de Asdrúbal la empalizada de protección, han salido a la luz en los últimos años. En total, estos arqueólogos han recuperado ya más de 6.000 objetos, dos tercios de ellos asociados al acontecimiento del 208 aC. Los ejércitos de las dos potencias, afirman, se enfrentaron en el cerro de Las Albahacas cerca de la actual localidad de Santo Tomé (Jaén), un lugar estratégico de acceso a la cuenca del Guadalquivir desde Cartago Nova (Cartagena) que Escipión había conquistado el año anterior. Asdrúbal estaba a tiro de las minas de cobre y plata de Cástulo. Una región importante para unos y para otros.
Es arqueología de una batalla, de un acontecimiento efímero, algo insólito en la tradición de unas investigaciones que suelen ocuparse de ciudades, templos, tumbas o infraestructuras que perduran durante siglos. “Hasta ahora solo se había excavado así una batalla de la antigüedad, la de Teotoburgo, en Alemania, de romanos contra los germanos, y es muy posterior, del año 9 aC.”, recalca Juan Pedro Bellón, del Instituto Universitario de Investigación en Arqueología Ibérica (Universidad de Jaén). “Hay alguna batalla excavada con una metodología similar, pero del siglo XIX, en concreto la de tropas estadounidenses contra indios en Little Big Horn, y algunos campamentos militares, pero nada más”, añade su colega Manuel Molinos. Por ejemplo, las batallas de Aníbal en Italia se sabe que fueron en Tesino, Trebia, Trasimeno y Cannas, pero no en qué sitio exactamente, dice Bellón, ni hay restos arqueológicos de ellas.
Asdrúbal
Con las detalladas descripciones de los historiadores romanos, los investigadores del Instituto de Jaén se plantearon, hace una década, encontrar los vestigios de la batalla de Baécula. “El general cartaginés recorría entonces los parajes de Cástulo, alrededor de la ciudad de Bécula, no lejos de las minas de plata. Informado de la proximidad de los romanos cambió de lugar su campamento y se procuró seguridad por un río que fluía a sus espaldas”, escribió Polibio. Y Tito Livio: “El ejército de Asdrúbal estaba cerca de la ciudad de Bécula y por la noche Asdrúbal replegó sus tropas a una altura. Por detrás había un río. La altura, que tenía una explanada en la parte más alta, por delante y por los lados ceñía todo su contorno una especie de ribazo abrupto”.
Los arqueólogos emprendieron una labor casi detectivesca para dar con el lugar de los hechos, con la ayuda de los textos clásicos y técnicas topográficas avanzadas, además de la observación directa sobre el terreno. “Schulten, en 1925, situó la batalla de Baécula al sur de Bailén, pero lo descartamos, porque la geografía no se ajustaba a las descripciones de Polibio y Tito Livio”, cuenta Arturo Ruiz, arqueólogo de la Universidad de Jaén que puso en marcha el proyecto de Baécula. También se habían propuesto otras localizaciones. Poco a poco, el equipo fue identificando posibles cerros y haciendo catas arqueológicas con detectores de metales, hasta que en el cerro de Las Albahacas empezaron a aparecer restos acordes con un enfrentamiento entre dos ejércitos. Desde 2006, realizan excavaciones en el lugar y participan en los estudios una veintena de expertos: topógrafos, numismáticos, conocedores de armamento antiguo, especialistas en paleoclima y en análisis químicos.
La investigación, financiada por el Plan Nacional de Investigación Científica, es una labor ardua y extensa. El teatro de operaciones se extiende por 400 hectáreas, aunque las prospecciones más intensas se centran en 20 hectáreas. Los arqueólogos han hecho decenas de transectos (líneas de prospección con los detectores de metales) y centenares de cuadrículas.
En el 209 aC los romanos han tomado Cartagena y, un año después entran en la zona del alto Guadalquivir, dominado por los cartagineses. Aníbal ha estado en ese territorio de importancia estratégica antes de dirigirse a Italia, recuerda Bellón. Y en la península Ibérica permanecen tres ejércitos cartagineses: dos de ellos al mando de los hermanos de Aníbal, Asdrúbal Barca y Magón Barca, y otro al mando de Asdrúbal Giscón. “La batalla de Baécula abre el control de la Bética a Roma y, en adelante, Andalucía será su almacén de aceite, trigo y minas de plata y plomo”, explica Ruiz. “Según una teoría, Escipión entra en Andalucía por Despeñaperros, pero nosotros sostenemos que lo hace por el valle del río Guadiana Menor”, apunta Bellón. Quiere evitar que Asdrúbal llegue a Italia para apoyar a su hermano Aníbal y, a la vez, evitar que se unan los otros dos ejércitos cartagineses.
La historia solo contaba con las fuentes de una de las partes en conflicto, explica Ruiz. “Y los romanos ensalzan a Escipión como gran estratega que planifica el movimiento envolvente de su ejército, que afronta la dificultad y dureza de la batalla de Baécula y que, al final, derrota a Asdrúbal”, comenta Bellón. Pero ahora los arqueólogos intentan leer directamente las pruebas para averiguar qué paso. Apenas aparecen en el cerro armas cortas, lo que indica que el enfrentamiento cuerpo a cuerpo fue limitado. Sin embargo, añade Bellón, hay muchas armas arrojadizas, como lanzas, flechas, proyectiles de los honderos baleáricos y dardos.
Asdrúbal elige el cerro sabiendo que es un punto defensivo estratégico para defenderse y para preparar la huida”, continúa Bellón. “Los romanos establecen su campamento a unos cuatro kilómetros e, inmediatamente, fuerzan la batalla atacando a los cartagineses. Tienen desventaja teórica sobre el terreno ya que atacan cuesta arriba, pero tienen ventaja numérica”. No está claro cuántos hombres participaron en la batalla. Tito Livio habla de 70.000 (40.000 romanos y 30.000 cartagineses). Puede ser exagerado. Los arqueólogos de Jaén lo dejan en unos 15.000en total.
Ni Polibio ni Tito Livio son contemporáneos de los hechos, y escriben basándose en la abundante documentación romana, aunque el primero, que nació en 200 aC, se considera una fuente más fidedigna porque escucharía datos de primera mano. De los cartagineses no hay testimonios porque la ciudad de Cartago fue arrasada al final de la Tercera Guerra Púnica, cuando los romanos finalmente se hicieron con el poder absoluto del Mediterráneo”, apunta Molinos.
Después de Baécula, Escipión permanece poco tiempo en el campamento del cerro que ha tomado al enemigo. Asdrúbal huye y llega a Italia, en el 207 aC. Una vez allí, envía dos emisarios a Aníbal, pero los romanos los interceptan y atacan: Asdrúbal muere en la batalla de Metauro.

Fotos tomadas de Internet

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