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1 de julio de 2011

VUELTA A CÁCERES





He vuelto a darme un paseo por Cáceres. Siempre nos quedará la ciudad antigua de Caceres, que decía Bogart de París en “Casablanca”. Sus pendientes calles estrechas casi abusadas por palacios nobiliarios con sus torres defensivas (contra los propios vecinos) de aire toscano; los blasones en cada paramento libre y balconadas esquineras de estructuras sorprendentes; el brillo secreto del granito o el mate profundo de la tierra, barro y agua de las torres albarranas de sus murallas andalusíes; el cielo intenso y altísimo señoreado por cigüeñas de mirada un puntito impertinente; su indefinición por decantarse entre el románico un tanto senecto o un balbuceante gótico de simplicísimas líneas. Todo ello convierte siempre el deambular por sus callejones y adarves en un salto atrás en el tiempo que te deja un regustillo a poco cuando hay que irse.

Por ello regresé y por visitar sus espacios interiores: la co-catedral (tiene otra en Coria), la Iglesia de San Francisco Javier desde cuyas torres podemos curioseas tejados, gatos y metafísicas, los palacios de los Golfines… Lástima que tener que pagar por cada visita a recinto sagrado encrespe el bullir un tanto volteriano de mis adentros.

Para los que no conozcan la ciudad,  no son malos estos días vacacionales y un tanto caniculares para hacerle un pequeño homenaje al guarro extremeño en sus diversas advocaciones jamoneras, morconeras y demás, con un buen amigo o amiga y una botella de la Tierra de Barros en lo alto de la mesa.

En el entre tanto, adjunto unas fotos nuevas en el álbum dedicado a Extremadura que tengo en Picasa. Se puede acceder a ellas a través de la sección “Mis Fotos” o utilizando el siguiente enlace:

https://picasaweb.google.com/danielgp7/Extremadura#

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