Estaba preparando otra entrada cuando me encuentro con el siguiente titular en El País:
Desaparece de la Catedral de Santiago el Códice Calixtino
Las llaves se encontraban puestas en la caja fuerte donde se guardaba el libro, del siglo XII y valor incalculable.- Los responsables del archivo catedralicio tardan varios días en descubrir el hurto
¿Cómo es posible? El Codex Calixtinus es una obra del siglo XII con la que el Papa Calixto II fija y eterniza toda la tradición jacobea. En ella queda descrito para la Historia el Camino de Santiago con sus lugares, etapas, iglesias, refugios, la esencia, ser y comportamiento del peregrino … Todo un montaje místico, religioso y social que integró a las diversas Españas cristianas en el entramado sociopolítico y económico que, en definitiva, iba a definir la civilización occidental europea. Este es el valor del libro en su aspecto histórico.
En el artístico, mi pobreza de vocabulario me deja impotente ante una posible descripción. Desde la increíble belleza de su letra de estilo lorenés a las maravillosas iluminaciones que contiene el fruto de los pacientes años en que un monje o monjes, en el aislamiento del scriptorium monacal, estuvieron utilizando el stilo, el pincel, el pan de oro, el minio y las diversas tintas hechas a mano. Artistas anónimos que, en ocasiones, me hacen pensar en la existencia de un dios y, siempre, en la grandeza del hombre cuando se expresa a través del arte.
Y todo eso, lo hemos perdido. Las llaves puestas en la caja fuerte, las cámaras de vigilancia que no enfocaban a la misma, el imbécil responsable que se da cuenta a los varios días … ¿pero cómo es posible tal dejadez e incompetencia con una obra única e irreemplazable?
El martillo está golpeando sobre un hierro que ya está blando. Me refiero al patrimonio eclesiástico. La Iglesia parte de la base que eso es suyo. Pues miren ustedes, ¡NO! Todo lo que la Iglesia tiene es el resultado de siglos de pillaje; no a sangre y fuego –perdón, no siempre- sino de la imposición del miedo, de la manipulación ideológica, de la falsa promesa de una vida tras la muerte pero, eso sí, sólo a través de de nuestra Santa Madre Iglesia (la romana que otras no valen). Sin olvidarnos de la apropiación de los bienes de los condenados por la Inquisición, de impuestos salvajes como los diezmos y primicias, de trabajarse la mala conciencia de los pecadores (los ricos) en su lecho de muerte, y de las beatas (las ricas). Y hoy día, tenemos el saqueo de los dineros públicos, basado legalmente en un concordato firmado con el Vaticano por el dictador Franco y renovado por unos gobiernos democráticos que no se han quitado el miedo a los curas que les imbuyeron en su tierna infancia los reverendos padres escolapios, marianistas, jesuitas, ursulinas, el rebaño de María (esto último existe, lo juro) y empresas explotadoras de la educación varias.
Miren ustedes; el patrimonio artístico de una nación pertenece a los ciudadanos de esa nación que son quienes lo pagaron con sudor, lágrimas y mucha sangre en su momento. A eso se le llama Patrimonio Nacional y su único dueño es la Nación, en su sentido más amplio. Así que no creo que sea ninguna barbaridad decir: ¡nacionalización de los bienes de la Iglesia, ya!
3 comentarios:
Totalmente de acuerdo. ¿Lo más triste de todo? 15 minutos dedicados en el noticiario a los putos sanfermines y 2 minutos al robo de uno de los vestigios culturales más importantes de España. Qué vergüenza.
Yo creo que deberían de llamar a Indiana Jones si quieren encontrarlo.
Pués no necesariamente a Indiana Jones... Quizás sea tan fácil como preguntarle al obispo, al canónigo o al sacristán.
Seguro que saben algo. Apuesto el dedo meñique del pie izquierdo.
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