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17 de abril de 2011

"EL DESCENDIMIENTO", DE VAN DER WEYDEN


No se puede negar a la Iglesia Católica su enorme capacidad de teatralizar el dogma y de utilizar todas las artes visuales, dramáticas, musicales y arquitectónicas a su alcance en cada época para fijar el mensaje divino-eclesial en el subconsciente colectivo de la “universitas christiana”. Desde sus orígenes hasta hace menos de cien años la Iglesia sabía que la gran masa de creyentes era analfabeta y que los sermones son palabras que lleva el viento.
O que miles de imágenes valen más que millones de palabras de párrocos, tampoco excesivamente cultos en general. De esta premisa nace el arte occidental, eminentemente religioso durante siglos: catedrales e iglesias, pórticos y capiteles, retablos y pinturas, imaginería procesional, canto gregoriano y música sacra.  Todo ello como una gigantesca puesta en escena que enseñe y asombre, que muestre y demuestre la pequeñez del hombre frente a Dios y que el único camino de salvación comienza tras la portada de una iglesia.  Pero, aún así, es Arte, con mayúscula, surgido siempre de la creación humana independientemente de motivos y fines originarios.

No existe motivo más dramático para el arte religioso que la muerte de Cristo; es violenta, cruenta, sangrienta y da pie a todo el morbo que le queramos poner. O a la piedad. O al dolor. O a todo ello. Se puede representar a un dios triunfante sobre su propia tortura y ejecución o al cuerpo de un hombre roto y derrotado. Este último es el caso del cuadro sobre el que quiero fijar la atención: “El Descendimiento” de Roger van der Weyden, a mi parecer una de las mayores joyas de la pintura religiosa. Cuántas veces he ido al Museo del Prado dispuesto a ver una sala concreta y he renunciado al propósito original echando la mañana en la contemplación de esta obra del pintor flamenco. Es difícil apartar la vista de las dos figuras centrales, Cristo y la Virgen que en su casi horizontalidad rompen con la composición vertical de la obra. Cristo muerto, destrozado por el martirio. Su madre compartiendo su muerte en vida con él por el dolor, más pálida que su propio hijo. Juan, con el rostro desencajado, sostiene a María mientras una mujer le ayuda y otra llora inconsolable (fijaos en el detalle du sus lágrimas en la foto inferior). A la derecha del cuadro, María Magdalena tiene el cuerpo descompuesto en un movimiento casi espasmódico. (Es curioso que van der Weyden la adorne con un cinturón símbolo de castidad cuando la Iglesia la tiene como ejemplo de prostituta -arrepentida, eso sí-). Mientras, José de Arimatea y Nicodemo ayudados por un muchacho subido en la cruz, se ocupan de descender el cuerpo de Jesús. Su dolor es más contenido; son ellos los que han tenido que pedir a las autoridades el permiso para retirar el cuerpo con urgencia; es viernes tarde, se acerca el Sabbat, en que está prohibido cualquier trabajo y mucho más tocar un cadáver impuro, y el cuerpo de Cristo quedaría abandonado en el Calvario si no consiguen enterrarle a tiempo.  Y una cosa es pedir un favor un tanto delicado utilizando sus influencias (son hombre poderosos como se ve en sus lujosos ropajes frente a las sencillas túnicas de los demás, exceptuando Magdalena) y otra muy distinta saltarse la ley del Sabbat.

Todo está pintado sobre un fondo de pan de oro que cumple dos funciones. Una, técnica: el fondo dorado hace resaltar las figuras dándoles un aspecto escultural (3D diríamos hoy día); este cuadro se pintó para una pequeña iglesia gremial en Lovaina y la pintura siempre fue mucho más barata que la escultura; de ahí el darle todo el realce que se pueda. La otra función puede ser simbólica: ya desde el arte egipcio, el oro ha sido el símbolo de la eternidad.

Con todo ello, van der Weyden consigue aquello que es fin esencial en el arte: conmovernos. Conmovernos con una escena (pido perdón a Cervantes por copiarle descaradamente) que sería divina si no fuese tan humana.


Más sobre pintura flamenca en este mismo blog: "Ventana al pasado: Santa Bárbara de Robert Campin"

2 comentarios:

Raúl Calvillo dijo...

Me ha gustado mucho tu modo de comentar el cuadro, lo encuentro muy didáctico. Estoy preparando oposiciones a secundaria por geografía e história y me ha sido de gran ayuda tu comentario. ¿tienes más obras de arte comentadas en la web?

Daniel García-Parra dijo...

Hola Raúl: perdona por mi tardanza en contestar pero es que estaba de viaje. Pues sí hay más cuadros comentados: uno del Guggenheim de Bilbao, El Santa Bárbara de Campin, el Nacimiento de Venus de Botticelli y más cosillas que tiene que haber por ahí. En la columna izquierda del blog hay un buscador. Con que pongas una sola palabra salen los artículos que la contienen. Aparte de los comentarios, puedes encontrar dos monografías sobre el románico, artículos teóricos sobre la función del Arte y más cosas. Estoy a tu disposición para lo que quieras. Saludos.