AUTOR: JOSÉ LUIS RODRÍGUEZ
Como
el titular del blog lo permitió, volvemos a las andanzas, con el
insano ánimo de denunciar y, si es posible, avergonzar a quienes
destrozan nuestros pueblos y ciudades en nombre de un no se sabe qué
criterio artístico.
Estos
escritos no tienen ningún criterio ni sistema, tan sólo se van
enlazando ejemplos vistos a lo largo de múltiples viajes. Pueden ser
de titularidad pública o privada, de reconstrucción o de nueva
planta, arquitectónica o pictórica, en aldeas o grandes ciudades.
Habrá de todo, el mal gusto campea a sus anchas. Y no es sólo un
problema español (aunque abunda más que en ningún otro país),
sino que hace su aparición allende nuestras fronteras.

No
conformes con este prodigio de buen gusto, en pleno delirio
constructivo de los felices noventa, un prócer metido a promotor
inmobiliario, trasladó al hormigón sus delirios cinematográficos,
y construyó la mansión de Batman.
(Para
remate, observen las pasarelas sobre los tejados... ¿será para huir
volando, o es el parking aéreo del Batmóvil?)
Bajemos
al sureste, a las cálidas tierras alicantinas. Es visita obligada en
Orihuela la casa-museo de Miguel Hernández. La casa en sí ha sido
rehabilitada con buen gusto y un exquisito respeto a la memoria del
poeta (aunque el actual Ayuntamiento de Elche, del PP, ha desalojado
los fondos documentales, que han terminado en tierras más proclives
a la cultura, en Quesada, junto al Museo Zabaleta. )
(http://ccaa.elpais.com/ccaa/2012/08/13/valencia/1344857546_105660.html)
Pues
véase el añadido a la casa: "eso"
que se ve al fondo es el Centro de Estudios Hernandianos. Y lo que se
ve en primer plano, sí, no se engañan, son palmeras. Bueno algo
así, como si unos niños lo hubiesen hecho en clase de manualidades
para decorar el portal de belén del cole. Todo muy adecuado para el
entorno de un poeta revolucionario.
Seamos
viajeros, y veamos qué se hace allende las fronteras. De entrada, no
tantas barbaridades como por aquí, pero haberlas, haylas. Véase la
preciosidad de museo que han plantado en el casco histórico de
Edimburgo, a unos pasos de la Royal Mile y muy cerca del maravilloso
conjunto de la Universidad. Se trata del Museo Nacional de Escocia, y
es muy visitado porque sus fondos son espectaculares, aunque su
exterior sea una bofetada. Un consuelo: justo enfrente, al lado del
simpático monumento al chucho Balckfrias Bobby, hay un pub donde
sirven una cerveza exquisita.
Pero
aún podemos mejorarnos: en un excelente museo de arte moderno (que
sí, que sí, que los hay) como es el MUSAC de León, estuvo como
estrella, ocupando la sala central, este prodigio:
Sin
comentarios...
(Continuará,
si los ánimos nos asisten)
Fotografías realizadas por el autor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario