En artículos inmediatamente anteriores a éste, he hablado muy por encima de evolucionismo y creacionismo como visiones sobre el origen del hombre, e incluso he hecho referencia directamente a la costilla de Adán o algo similar.
Sé positivamente que las clases de religión, desde hace mucho tiempo, no tienen nada que ver con la Historia Sagrada que nos teníamos que aprender machaconamente los niños de hornadas anteriores; consistía en estudiar la Biblia debidamente expurgada de barbaridades y contradicciones (en lo posible) para adaptarla a nuestras tiernas mentes. Las Iglesias sabrán qué hacen y por qué, pero al perderse esos estudios las nuevas generaciones conocen las Sagradas Escrituras por más o menos vagas referencias. Si me apuráis diría que dan más clase de religión los profesores de Arte que los curas y sus auxiliares. Por ello, para aquellos que no han tenido la oportunidad o las ganas de leerse la Biblia he seleccionado los siguientes versículos del Génesis en los que se basa el creacionismo.
GÉNESIS
07 Entonces Yavé Dios formó al hombre con polvo de la tierra; luego sopló en su nariz un aliento de vida, y el hombre tuvo aliento y vida.
08 Yavé Dios plantó un jardín en un lugar del Oriente llamado Edén, y colocó allí al hombre que había formado.
09 Yavé Dios hizo brotar del suelo toda clase de árboles, agradables a la vista y buenos para comer. El árbol de la Vida estaba en el jardín, como también el árbol de la Ciencia del bien y del mal.
15 Yavé Dios tomó al hombre y lo puso en el jardín del Edén para que lo cultivara y lo cuidara.
16 Y Yavé Dios le dio al hombre un mandamiento; le dijo: «Puedes comer todo lo que quieras de los árboles del jardín,
17 pero no comerás del árbol de la Ciencia del bien y del mal. El día que comas de él, ten la seguridad de que morirás.»
18 Dijo Yavé Dios: «No es bueno que el hombre esté solo, voy a hacerle una auxiliar a su semejanza.»
19 Entonces Yavé Dios formó de la tierra a todos los animales del campo y a todas las aves del cielo, y los llevó ante el hombre para que les pusiera nombre. Y el nombre de todo ser viviente había de ser el que el hombre le había dado.
20 El hombre puso nombre a todos los animales, a las aves del cielo y a las fieras salvajes. Pero no se encontró a ninguno que fuera a su altura y lo ayudara.
21 Entonces Yavé hizo caer en un profundo sueño al hombre y éste se durmió. Le sacó una de sus costillas y rellenó el hueco con carne.
22 De la costilla que Yavé había sacado al hombre, formó una mujer y la llevó ante el hombre. Entonces el hombre exclamó:
23 «Esta sí es hueso de mis huesos y carne de mi carne. Esta será llamada varona porque del varón ha sido tomada.»
Bien; en estas pocas palabras de un libro escritas hace unos tres mil años como máximo se basa toda la creencia tradicional sobre el origen de la humanidad. No soy yo quién para meterme en exégesis, pero un par de observaciones sí quiero hacer.
Por un lado llama la atención que las primeras palabras de Dios con su criatura son para prohibirle la Ciencia y vetarle su propia conciencia sobre el bien y el mal. Eso viene impuesto desde arriba y si nos escantillamos, se nos condena a muerte. Ya conocemos el resultado de esta paternal charla.
En segundo lugar, cuando el Creador decide que no es buena la soledad para el hombre, lo primero que le presenta no es una compañera, sino animales que trabajen para él. Al parecer ese primer varón tenía otra idea en mente de lo que debía de ser la compañía y cómo entretenerse con ella porque, aparte de poner nombre a los bichos, no parece que haga mayor aprecio del obsequio. Así que en ese momento es cuando Dios crea a la mujer que aparte de ser útil y trabajar para el hombre, podrá ofrecerle otros entretenimientos más gratificantes. Por si quedaba alguna duda sobre el orden de prelación (1º hombre, 2º animales, 3º mujer) en esta ocasión el Sumo Hacedor no utiliza barro para insuflarle su aliento, sino que emplea la famosa costilla para que el macho pueda tirarse el primer pegote sexista de la historia: “tú eres huesos de mis huesos y carne de mi carne”. Así que agradecida, se podría añadir. Encima le llama "varona", para que luego digamos de la ministra Aído.
Y esto es el creacionismo. Si, como dicen los creyentes más racionalistas, la Biblia es una metáfora, tengo que reconocer que en esto del origen del hombre no la pillo. Sinceramente no la pillo.
Foto: Alberto Durero, “Adán y Eva”
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