Cádiz, salada claridad. Granada,
agua oculta que llora.
Romana y mora, Córdoba callada.
Málaga cantaora.
Almería, dorada.
Plateado, Jaén. Huelva, la orilla
de las tres carabelas.
Y Sevilla.
En esta coplilla don Manuel Machado, el hermano semiolvidado de don Antonio, nos define Sevilla: es indescriptible. Estos días que he estado ausente del blog, me encontraba en Sevilla. Allí, por los recovecos de sus calles, de las piedras de mil civilizaciones, de sus inmensos jardines en ínfimas balconadas, se me habían extraviado los trazos de una primera juventud como un “cendal flotante de leve bruma” como describió a su amada otro inefable sevillano . Pero no iba en busca de lo para siempre perdido; sólo quería reencontrarme con una ciudad que a pesar del maltrato de la modernidad, de expos universales agresivas y algo catetas, de un crecimiento desaforado, sigue siendo encantadora … y Sevilla.