MONOGRAFÍAS

14 de mayo de 2013

¿CONVIVIMOS CON ELLOS EN ASTURIAS?



Artículo de J. De Jorge publicado en ABC.es de 14 de mayo de 2013

Hace unos meses, investigadores de la UNED y la Universidad de Oxford adelantaban que los neandertales pasaron por la Península Ibérica miles de años antes de que llegaran los seres humanos modernos, por lo que no pudieron mantener contacto y, si lo hicieron, ese encuentro tuvo que producirse en un pequeño reducto cantábrico. Ahora, en efecto, los mismos científicos han confirmado uno de esos lugares excepcionales. Las últimas dataciones realizadas en La Güelga, una cavidad situada en los Picos de Europa (Asturias), revelan que ambas especies convivieron en la zona hace 40.000 años.

Los neandertales llegaron a lo que hoy es España hace más de 128.000 años y desaparecieron hará unos 45.000, pero en el norte perduraron más, lo que les permitió encontrarse con nosotros, que llegamos hace 40.000 años. Tal y como preveía la comunidad científica, la región cantábrica es uno de los escasos puntos peninsulares en los que se produjo la coexistencia. Los científicos analizaron sedimentos del yacimiento de La Güelga, que alberga una importante colección de restos fósiles del Paleolítico medio y superior, hace entre unos 150.000 y 10.000 años. En concreto, trabajaron en la parte más alta del gran abrigo rocoso y que constituye la entrada a la cueva.
Lo singular de los depósitos analizados es su distribución, puesto que los científicos han detectado niveles con materiales atribuidos al hombre anatómicamente moderno –con restos tecnológicos del Auriñaciense– entre estratos con materiales producidos por neandertales, con instrumentos del Musteriense y del Chatelperronense. Los depósitos musterienses tienen entre 55.000 y 45.000 años de antigüedad, mientras que los niveles superiores permanecen aún sin datar.

Un «sándwich» paleolítico

«Sería una especie de sándwich en el que las rebanadas del pan se corresponderían con los estratos de materiales usados por los neandertales y el relleno lo formarían las capas con restos tecnológicos realizados por los humanos modernos», explica Jesús F. Jordá, investigador del departamento de Prehistoria y Arqueología de la UNED y uno de los autores del estudio.
Un «sándwich» que, para el investigador, sería la prueba que confirma la coexistencia de ambas especies en la zona cantábrica. «Los humanos modernos ocuparon durante un tiempo la misma cavidad que, antes y después, fue habitada por grupos de neandertales», resume el investigador.
Los científicos de la Universidad de Oxford han empleado el procedimiento de ultrafiltración para eliminar la contaminación de los restos antes de proceder a su datación por radiocarbono. Las dataciones obtenidas proceden de huesos introducidos en la cueva por los grupos de humanos que habitaron la cavidad en el Musteriense. «Se trata de animales que tienen marcas inequívocas de haber sido manipulados y consumidos por el hombre, como fracturas y marcas de corte», comenta Jordá.
El investigador cree que es posible que existan otros lugares en los que también se produjo la coexistencia, como la cueva de El Esquilleu, en Cantabria, o incluso la de Antón, en Murcia, «pero esos son más controvertidos y es necesario hacer más investigaciones para confirmarlo».

Relaciones sexuales


Todos los humanos modernos, excepto los africanos, compartimos con los neandertales entre el 2% y el 4% de nuestro genoma, lo que puede ser debido a un ancestro común entre los dos grupos, pero también a que mantuvieran relaciones sexuales y tuvieran descendencia. Queda por saber si las dos especies pudieron haberse hibridado en algún lugar del norte de España. «Sabemos que coexistieron en el tiempo, pero otra cosa es que interactuaran entre sí. No podemos asegurar que se produjera un intercambio cultural o relaciones sexuales», dice Jordá. «Si tuviéramos yacimientos suficientes y piezas en las que pudiéramos ver la influencia del hombre moderno en materiales hechos por neandertales, podríamos asegurar cierta interacción, pero ahora no es posible».

En cuanto a la desaparición del Homo neanderthalensis, Jordá cree que tiene más que ver con una falta de adaptación al medio provocada por un cambio climático que a la presión del ser humano moderno. «Puede que el Homo sapiens explotara mejor el territorio y aprovechara más eficazmente los recursos, lo que obligaría al otro grupo a limitarse a sitios más recónditos y aislados, pero esa no sería la única causa. Lo que está claro es que no hay restos de masacres ni matanzas», argumenta.

El estudio se publica en un libro editado por el Museo Neandertal de Mettmann (Alemania) en homenaje a su director, el prestigioso arqueólogo alemán Gerd Christian Weniger. Los científicos verificarán estos datos con nuevas investigaciones.

Imagen tomada de ABC.es

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