No
sé si por estructuras de planes de estudios absurdos o por la tarea de
profesores ineptos (que haberlos, haylos), por ambas causas o por otras que se
me escapan, el caso es que para la mayoría de la peña la Historia es una
ciencia áspera, aburrida y obtusa cargada de fechas, nombres de personajes y
lejanas batallas que a nadie le importan.
La
verdad es que, si miramos los libros de texto de historia de los últimos
cincuenta años, se nos cae el alma a los pies. Nos vamos a los antiguos y
topamos de hocicos con listas de reyes godos, falsedades sobre moros y
reconquistas, sueños imperiales que no pasaron de rapiñas y masacres, monarcas
ineptos y gloriosas derrotas de armadas invencibles o trafalgares heróicos.
Todo ello había que aprenderlo de memoria y soltarlo en un recitado muerto y
sin sentido. Con el cambio de tempora y mores nos cayeron encima estructuras
demográficas y económicas, factores sociales y superestructuras políticas, sin
contar retorcimientos extraños de los hechos para justificar nacionalidades y
culturas singulares que, caso de no haber existido, había que inventarlas y
justificarlas. Todo ello, lo antiguo y lo moderno, presentado de forma pesada,
innecesariamente complicada y profundamente aburrida.
Nada
más lejos de todo ello puede estar la Historia. Si existe alguna ciencia
romántica, soñadora, que nos hable de otros mundos y lugares, de gentes
distintas y ciudades misteriosas, de enigmas y aventuras, es la ciencia
histórica. Desde niño mis sueños volaron más en una máquina del tiempo que en
naves intergalácticas. Prefería perderme en la Conquista del Oeste, en la Roma
de los Césares con santos mártires que preguntaban Quo Vadis a extrañas
apariciones, en caballeros regresados de las Cruzadas a la espera de un Rey con
corazón leonino o con médicos egipcios que se perdían por los encantos de
mujeres insinuados tras linos transparentes que tenían nombre imposibles como
Nefernefernefer que en guerras de galaxias en futuros muy muy lejanos.
Todo
ello viene al hilo de haber encontrado la fotografía que les presento de la
esfinge de Giza publicada por El País. Es una fotografía muy antigua, en la que
el entonces lejano y misterioso monumento se encontraba en gran parte enterrado
por las arenas del desierto y que nos habla de siglos lejanos, civilizaciones
misteriosas, hombres hechos dioses y dioses hechos piedra eterna. Mundos
soñados lejanos en el espacio, en una tierra cuyas distancias eran
infinitamente mayores que ahora y lejanos en el tiempo en el que las nuevas
tecnologías aún no habían descorrido los velos de misterio que acunaban nuestra
ignorancia.
Tal
vez la Historia sea una ciencia para soñadores, románticos irredentos capaces
de poner en un mismo plano de fantasía a Ramsés II y a Puertas de las Estrellas, a
Lincoln y a Tom Sawyer o a Saladino y los cuentos de Las Mil y Una Noches. Lo
que sí que tengo por seguro es que no es ni parecida a los mamotretos de libros
de texto que se tienen que estudiar nuestros sufridos chavales.
Foto: La gran esfinge de Giza. / MAYNARD O.
WILLIAMS (KODAK (EGYPT), LIMITED)
Me fascina tu pasión por la Historia. Vaya que sí, efectivamente, es más que fechas y sinsentidos. Pero una historia (soy escritor y en ese contexto digo la palabra «historia») debe tener referencias temporales.
ResponderEliminarAún así, estoy de acuerdo. La Historia es tan apasionante como una novela o una deducción matemática. Tiene secretos por develar y otro poco más de fantasía.
Se descubren cosas que parecen increíbles y a pesar de ello vuelve a nuestro mundo un poco más que creíble: nos permite ver nuestro Destino.
Saludos, tu entrada me ha fascinado. :D
¿Qué opinas de la siguiente definición?:
ResponderEliminarHistoria: estudio de las estructuras lógicas con las que se desarrollan eventos en los cuales se ve involucrada una sociedad.
Pienso que la Historia no puede ser el «estudio del pasado», porque siendo parte de la Ciencia, la Historia permite también estudiar al futuro.
Estoy contigo, querido amigo; creo que últimamente los que diseñan los programas de historia, hacen geometría de la historia, o filosofía de la historia, y ésta debe tener siempre ese componente emocional, romántico que bien hablas. Por tanto, también defiendo la historia novelada, la historia de los hechos específicos y concretos en su lugar y su momento. Me gustó mucho esta entrada y la justificación de la misma. Un cordial saludo desde ArteTorreherberos.
ResponderEliminar