Artículo
de Alicia Rivera, publicado en El País del 16 de Marzo de 2013
Año
208 aC. Los ejércitos romano y cartaginés, a las órdenes de
Escipión el Africano y Asdrúbal Barca (hermano de Aníbal), están
a punto de entablar batalla. Asdrúbal domina un cerro estratégico
en el que se ha instalado ante la llegada de su enemigo. Las tropas
de Escipión, que han acampado a unos cuatro kilómetros, atacan a
los cartagineses: primero con la infantería ligera y luego con el
grueso de su ejército, desplegando una maniobra de tenaza para
rodear al ejército enemigo. Asdrúbal pierde el combate y huye,
llevándose, eso sí, el tesoro y los elefantes. “Es la batalla de
Baécula, una de las importantes de la Segunda Guerra Púnica, que
enfrenta a las dos potencias del momento por el dominio del
Mediterráneo, casi una guerra mundial”, apunta el arqueólogo
Arturo Ruiz.
Escipión |
La historia, los detalles de esta batalla, la cuentan los historiadores romanos Polibio y Tito Livio. Pero, ¿dónde se libró exactamente? ¿Qué cerro era ese en el que se defendió Asdrúbal y atacó Escipión? ¿Por dónde avanzó uno y huyó el otro? Un equipo de arqueólogos de la Universidad de Jaén afirma haber descubierto el lugar del combate y encontrado el rastro de las tropas en sus movimientos sobre el terreno. Los investigadores están leyendo los vestigios directos para entender qué pasó. Lanzas, puntas de flecha y de jabalina, tachuelas de las sandalias, proyectiles de los honderos baleares que lucharon en las filas cartaginesas, broches de los ropajes, espuelas… incluso piquetas de las tiendas de acampada o los agujeros donde clavaron los de Asdrúbal la empalizada de protección, han salido a la luz en los últimos años. En total, estos arqueólogos han recuperado ya más de 6.000 objetos, dos tercios de ellos asociados al acontecimiento del 208 aC. Los ejércitos de las dos potencias, afirman, se enfrentaron en el cerro de Las Albahacas cerca de la actual localidad de Santo Tomé (Jaén), un lugar estratégico de acceso a la cuenca del Guadalquivir desde Cartago Nova (Cartagena) que Escipión había conquistado el año anterior. Asdrúbal estaba a tiro de las minas de cobre y plata de Cástulo. Una región importante para unos y para otros.
Es
arqueología de una batalla, de un acontecimiento efímero, algo
insólito en la tradición de unas investigaciones que suelen
ocuparse de ciudades, templos, tumbas o infraestructuras que perduran
durante siglos. “Hasta ahora solo se había excavado así una
batalla de la antigüedad, la de Teotoburgo, en Alemania, de romanos
contra los germanos, y es muy posterior, del año 9 aC.”, recalca
Juan Pedro Bellón, del Instituto Universitario de Investigación en
Arqueología Ibérica (Universidad
de Jaén).
“Hay alguna batalla excavada con una metodología similar, pero del
siglo XIX, en concreto la de tropas estadounidenses contra indios en
Little Big Horn, y algunos campamentos militares, pero nada más”,
añade su colega Manuel Molinos. Por ejemplo, las batallas de Aníbal
en Italia se sabe que fueron en Tesino, Trebia, Trasimeno y Cannas,
pero no en qué sitio exactamente, dice Bellón, ni hay restos
arqueológicos de ellas.
Asdrúbal |
Con
las detalladas descripciones de los historiadores romanos, los
investigadores del Instituto de Jaén se plantearon, hace una década,
encontrar los vestigios de la batalla de Baécula. “El general
cartaginés recorría entonces los parajes de Cástulo, alrededor de
la ciudad de Bécula, no lejos de las minas de plata. Informado de la
proximidad de los romanos cambió de lugar su campamento y se procuró
seguridad por un río que fluía a sus espaldas”, escribió
Polibio. Y Tito Livio: “El ejército de Asdrúbal estaba cerca de
la ciudad de Bécula y por la noche Asdrúbal replegó sus tropas a
una altura. Por detrás había un río. La altura, que tenía una
explanada en la parte más alta, por delante y por los lados ceñía
todo su contorno una especie de ribazo abrupto”.
Los
arqueólogos emprendieron una labor casi detectivesca para dar con el
lugar de los hechos, con la ayuda de los textos clásicos y técnicas
topográficas avanzadas, además de la observación directa sobre el
terreno. “Schulten, en 1925, situó la batalla de Baécula al sur
de Bailén, pero lo descartamos, porque la geografía no se ajustaba
a las descripciones de Polibio y Tito Livio”, cuenta Arturo Ruiz,
arqueólogo de la Universidad de Jaén que puso en marcha el proyecto
de Baécula. También se habían propuesto otras localizaciones. Poco
a poco, el equipo fue identificando posibles cerros y haciendo catas
arqueológicas con detectores de metales, hasta que en el cerro de
Las Albahacas empezaron a aparecer restos acordes con un
enfrentamiento entre dos ejércitos. Desde 2006, realizan
excavaciones en el lugar y participan en los estudios una veintena de
expertos: topógrafos, numismáticos, conocedores de armamento
antiguo, especialistas en paleoclima y en análisis químicos.
La
investigación, financiada por el Plan Nacional de Investigación
Científica, es una labor ardua y extensa. El teatro de operaciones
se extiende por 400 hectáreas, aunque las prospecciones más
intensas se centran en 20 hectáreas. Los arqueólogos han hecho
decenas de transectos (líneas de prospección con los detectores de
metales) y centenares de cuadrículas.
En
el 209 aC los romanos han tomado Cartagena y, un año después entran
en la zona del alto Guadalquivir, dominado por los cartagineses.
Aníbal ha estado en ese territorio de importancia estratégica antes
de dirigirse a Italia, recuerda Bellón. Y en la península Ibérica
permanecen tres ejércitos cartagineses: dos de ellos al mando de los
hermanos de Aníbal, Asdrúbal Barca y Magón Barca, y otro al mando
de Asdrúbal Giscón. “La batalla de Baécula abre el control de la
Bética a Roma y, en adelante, Andalucía será su almacén de
aceite, trigo y minas de plata y plomo”, explica Ruiz. “Según
una teoría, Escipión entra en Andalucía por Despeñaperros, pero
nosotros sostenemos que lo hace por el valle del río Guadiana
Menor”, apunta Bellón. Quiere evitar que Asdrúbal llegue a Italia
para apoyar a su hermano Aníbal y, a la vez, evitar que se unan los
otros dos ejércitos cartagineses.
La
historia solo contaba con las fuentes de una de las partes en
conflicto, explica Ruiz. “Y los romanos ensalzan a Escipión como
gran estratega que planifica el movimiento envolvente de su ejército,
que afronta la dificultad y dureza de la batalla de Baécula y que,
al final, derrota a Asdrúbal”, comenta Bellón. Pero ahora los
arqueólogos intentan leer directamente las pruebas para averiguar
qué paso. Apenas aparecen en el cerro armas cortas, lo que indica
que el enfrentamiento cuerpo a cuerpo fue limitado. Sin embargo,
añade Bellón, hay muchas armas arrojadizas, como lanzas, flechas,
proyectiles de los honderos baleáricos y dardos.
“Asdrúbal
elige el cerro sabiendo que es un punto defensivo estratégico para
defenderse y para preparar la huida”, continúa Bellón. “Los
romanos establecen su campamento a unos cuatro kilómetros e,
inmediatamente, fuerzan la batalla atacando a los cartagineses.
Tienen desventaja teórica sobre el terreno ya que atacan cuesta
arriba, pero tienen ventaja numérica”. No está claro cuántos
hombres participaron en la batalla. Tito Livio habla de 70.000
(40.000 romanos y 30.000 cartagineses). Puede ser exagerado. Los
arqueólogos de Jaén lo dejan en unos 15.000en total.
“Ni
Polibio ni Tito Livio son contemporáneos de los hechos, y escriben
basándose en la abundante documentación romana, aunque el primero,
que nació en 200 aC, se considera una fuente más fidedigna porque
escucharía datos de primera mano. De los cartagineses no hay
testimonios porque la ciudad de Cartago fue arrasada al final de la
Tercera Guerra Púnica, cuando los romanos finalmente se hicieron con
el poder absoluto del Mediterráneo”, apunta Molinos.
Después
de Baécula, Escipión permanece poco tiempo en el campamento del
cerro que ha tomado al enemigo. Asdrúbal huye y llega a Italia, en
el 207 aC. Una vez allí, envía dos emisarios a Aníbal, pero los
romanos los interceptan y atacan: Asdrúbal muere en la batalla de
Metauro.
Fotos tomadas de Internet
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