Si estamos al un poco al tanto de la bronca que se ha montado con la famosa ley Sinde, nos podemos llevar la impresión de que Internet es una especie de mar Caribe donde se libra una batalla a muerte entre sanguinarios piratas de parche en ojo y garfio en mano frente a ridículos soldaditos del orden vestidos de colorao con mosquetones muy grandes. Los argumentos que se leen a favor de unos y de otros en su mayoría son de lo más peregrino aunque los hay, por ambas partes, serios y de peso. Por lo que voy coligiendo estamos ante el enfrentamiento de dos posturas irreconciliables: la red absolutamente libre y sin cortapisas, un tanto anarco, que es como nació, o la red controlada por los de siempre: empresas con sus intereses económicos y Estados con sus intereses nunca confesados, probablemente por inconfesables. (Y ministras tontas de ahí que no saben por dónde les viene el aire).
Pero Internet es mucho más que eso. Jamás ha existido una herramienta tan fabulosa de almacenamiento de conocimientos (en mi PC cabe desde la Biblioteca de Alejandría hasta la del Congreso de Estados Unidos y aún me queda sitio para mis mil tonterías). Y, más importante aún, es una vía instantánea de relación e intercambio de saberes. Lo quieran los Estados, empresas y ministras, o no, esto es así y no hay quien lo pare. Que se lo pregunten a Ben Alí y otros dictadores a los que les huele el culo a pólvora gracias al poder de la red.
A todo esto, esta introducción es sólo para comentar que me he encontrado un álbum en Picassa que me ha encantado (más fuerte que el poder de la red es el de enrollarse de un profesor). Una ciudadana de nombre Triana, se ha dedicado a reunir una colección de fotografías de pintura realmente importante y ha tenido el placer de colgarlas para compartirlas con todo el mundo. Porque merece la pena visitar sus álbumes y por reconocimiento a su trabajo os recomiendo una visita en la URL que os adjunto.
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