MONOGRAFÍAS

4 de marzo de 2010

DE TRENES Y PAISAJES INTERIORES

















Tenía que viajar de Cádiz a Granada. Desde hace tiempo he descartado el coche ya que no tengo mayor interés en demostrar si conduzco mejor, corro más o mi coche es mejor que el del resto de varones carpetovetónicos que se sienten semidioses por esos asfaltos. También he descartado el avión; no resulta de mi agrado tener que quitarme los zapatos y otras prendas ante una agente con cara de ex esposa con mal lunes.
Y si es un agente, peor. El barco sí me gusta pero tendría que esperar a que el Genil fuese navegable y el viaje me urgía para cumplir con una cita. Así que opté por el tren, como siempre. Llegado a la estación de Adif (antigua Renfe; dan ganas de añadir ibn-Nussair y queda muy andalusí: Adif ibn-Nusair. Me gusta), llego a la estación, decía, y me encuentro con que no tengo tren. Algunos ciudadanos, ejerciendo el derecho a la libertad y búsqueda de la felicidad que establecen las Cartas Magnas, han robado no sé que demonios de cables con lo que se ha interrumpido el tráfico normal de trenes. Espanto y rumores: salimos en el siguiente; no, no hay siguiente; nos dejan aquí dos semanas pero nos pagan el hotel; aquél nos sabe nada pero se cisca en todo; ésta no se ha enterado aún porque lleva veinte minutos hablando por el telefonillo … Caos. Consigo que me haga cierto caso alguien que lleva chaqueta con plaquita y me informa amablemente: “ No se preocupe; en unos minutos les pondrán un material Civia” Y se va. Y me quedo... pero con algunas preguntas pendientes: ¿dónde me lo ponen? ¿duele? ¿es de calidad ese material o produce daños colaterales? Les explico. Material Civia: antiguamente llamábase tren. Más concretamente, tren de cercanías, modelo “Civia”. En cuanto al material, pues supongo que de hierro y otras cosas incluída la mugre de poner los pies en los asientos. De todo esto me enteré después.


Todo esto viene a que el otro día me monté en un material Alvia, es decir: tren con pico de pato que va a toda leche de forma que las vacas se ven borrosas cuando pasas junto a un prado. El viaje partía de Bilbao y transcurría por buena parte de Euzkadi. La luz del día estaba en su estado natural por aquellas latitudes: un gris suave, difuminado, que borra sombras y oculta aristas. Quizás la ideal para disfrutar del maravilloso paisaje del valle de Orduña y sus crestas circundantes (incluída una gigantesca virgen con forma troncocónica o de bolo que las preside) mientras el tren trepa hacia Miranda de Ebro a no más de 60 Km/h por mucho picopato que tenga. También las legiones romanas se las vieron y desearon por esos peñascales. Pero... las ventanillas son de cristal ahumado
cual Opel Corsa tuneado de sábado noche. La iluminación interior del tren se reflejaba contra ellas venciendo a la suave luz del exterior, matando la alegría del heno, la plata de los troncos de hayas,
la masa verde oscura de los abetos y el blanco de las ovejas lachas. No se veía un pijo (guiño a mis amigos murcianos)


Se suele decir que estamos viviendo en una socidad infantilizada en la que los abuelos se visten de jóvenes, los maduros de niños y los jóvenes... de lo que sea que se visten. En que los padres no son padres sino amigos de sus hijos (?), los profes güays, los políticos juegan al padel o frontón pijo y las cuarentonas se van a Cuba. No. En ese tren se me ocurrió pensar que nuestras sociedad se va acercando poco a poco al estadio de neonato en incubadora. Ya podemos dejar que se nos ablanden los adentros hablando del contacto con la Naturaleza, de Gaia, de Mari o de todas las Diosas Madres en general. De preservar el patrimonio natural o de salvar el planeta. Eso es una cosa y otra es querer ver esa naturaleza, olerla, participar de y con ella e incluso sufrirla en ocasiones. Recuerdo aquellos trenes, con vagones de departamentos (siempre te tocaban dos monjas en el tuyo y la chavala de ojos como Bambi en el de más allá) y pasillo, en los que había unas ventanillas que se subían y bajaban, salvo atascos habituales, y donde había un cartelito en el que se leía: “es peligroso asomarse por la ventanilla”. Así fue como olí por primera vez el amanecer de la Serranía de Ronda, el polvo dorado de ambas Castillas o la sal del Cantábrico. Desde ellas vi mis primeros horizontes, quebraduras y barrancas, ríos estudiados en libracos y ciudades de atractivos peligrosos. Hoy viajamos presurizados, refrigerados, calefactados y ensimismados con nuestro ipod, dvd, adsl, ebook, netbook, psp, güifi y revistas con la Belén Esteban. Y además nos dan un caramelito. ¿Y si en un momento deseamos salir del autismo electrónico? Pues sencillo: llamamos por el telefonillo entretenidendo a los demás viajeros con nuestras intimidades cantadas y contadas a voz en grito. Ea! para que se desensimismen. Lo que digo, como en una incubadora de esas en las que los neonatos están echufados a cables y también chillan cuando quieren llamar la atención. ¿Y a todo esto, el paisaje? Qué más da, si total con las digitales no se pueden hacer fotos en movimiento. Repito: ensimismamiento autista-dígito-telefónico a 300 km/h. caremelito incluído.
¿Qué pueblo era ese?
No sé, no lo he podido leer
Yo... es que mi e-book también tien sudoku
Ah, ¿pero pasamos por pueblos?


Y me preguntarán que qué tiene que ver todo esto con la Historia, objeto del blog. ¡Pues coña! ¿Acaso no he hablado de las legiones romanas?
Marzo, 2.010

En este mismo blog: "Un viejo tren"

7 comentarios:

  1. Que crack!! Por lo que veo le gusta escribir, aparte de la Historia no??.

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  2. Anónimo8/6/10 13:34

    Para Kalma. Tengo más años de los que esta socidad considera decentemente admisible

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  3. jo no me asuste, es un elfo o algo asi? usted es profesor de historia? yo el año q viene tengo que darla, y creo q usted puede ser una gran ayuda....

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  4. a partir de ahora tardara menos en contestarme? esq soy muy impaciente...

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  5. Otra vez me retraso en contestar al último comentario. Tengo una disculpa: soy vago desde 9 meses antes de nacer. Y sí: fui profesor de Historia hasta hace tres meses. A tu servicio

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  6. ha pensado en dedicarse a escribir, la primera vez que lei su historia de trenes y paisajes interiores me kede embobada leyendo como me pasa solo con ciertos autores de prestigio,y gracias por contestar, ya crei q tenia el blog pero pasaba de el tres kilos.

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